Julio Cortázar - Instrucciones para subir una escalera al revés
Thursday, March 30, 2017
Instrucciones
para subir una escalera al revés
Julio Cortázar
En un
lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó alguna vez que
hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es
que también puede haber escaleras para ir hacia atrás. Los usuarios de estos
útiles artefactos comprenderán, sin excesivo esfuerzo, que cualquier escalera
va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en esos casos está por
verse es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier
escalera exterior. Vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de
vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que, si bien forma parte
del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo
ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la
forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera
misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio, bastará subirla de
espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín, salte
ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la Turca,
estalle en los álamos del cementerio y, con un poco de suerte, llegue hasta el
horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer
grado. ¿Y el cielo? ¿Y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase
el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después,
cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica
y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa
forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia
atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse. Hay cosas que sólo se
dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo
de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en
su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el
campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa
silla; cuidado con esa mujer.