Una Perla Para Jorge Luís Borges
Tuesday, November 07, 2017
Hace
muchos años (1980) una recepcionista de la revista Vancouver Magazine me pidió
directamente que quería que la fotografiara en desnudo. Me dijo que ya
anticipaba la gravedad de Newton y que afectaría desfavorablemente su lindo cuerpo. Como yo no
tenía la menor idea del procedimiento fotográfico tomé muchas fotos incluyendo
ésta con perlas.
Se me
ocurrió que sería buena excusa para incluir esta nota de homenaje de Susan
Sontag al desaparecido Jorge Luís Borges. Mora Torres en este enlace ha inventado
una respuesta.
Una perla
para Jorge Luis Borges
Publicado
el 31 de Mayo de 2007 por Mora Torres
Hay una
nota de la norteamericana Susan Sontag, escrita en 1996, cuando se cumplían
diez años de la muerte de Borges. Está redactada en forma de carta. Copió uno
de sus párrafos:
“Lamento
tener que decirle que la suerte del libro nunca estuvo en igual decadencia. Son
cada vez más los que se zambullen en el gran proyecto contemporáneo de destruir
las condiciones que hacen la lectura posible, de repudiar el libro y sus
efectos. Ya no está uno tirado en la cama o sentado en un rincón tranquilo de
una biblioteca, dando vuelta lentamente las páginas bajo la luz de una lámpara.
Pronto, nos dicen, llamaremos en ‘pantallas libros’ cualquier texto a pedido
(…) Este es el glorioso futuro que se está creando -y que nos prometen- como
algo más ‘democrático’. Por supuesto usted y yo sabemos, eso no significa nada
menos que la muerte de la introspección… y del libro” (revista Proa; Argentina,
“Querido Borges”, 1996).
Susan
Sontag, la maravillosa y renovadora escritora con quien en este tema estamos en
desacuerdo, también murió, y estará discutiendo con Borges la carta que le
envió en homenaje. Por eso, del mismo modo que ella a nuestro autor, nosotros
podemos escribirle unas líneas:
“Querida
Susan Sontag: lamentamos tener que decirle que poco puede apreciar su
descontento por la desaparición del libro como objeto físico Jorge Luis Borges.
Con toda seguridad no ignorará que él, en esta vida, era ciego, y a partir de
los cincuenta años debieron leerle los libros en voz alta. Acordará con
nosotros en que esa función bien puede actualmente cumplirla cualquier
computadora.”
Llegamos
a la conclusión de que sea cual fuere el futuro soporte del libro (y esta
afirmación puede sonar irreverente, lo sabemos), la misma es una curiosidad
bastante menos trascendente de lo que parece. Que dentro de algunas décadas no
exista más el objeto de papel y cartón o cuerina llamado libro sólo puede ser
desconsolador para bibliófilos y especialistas en antigüedades, no para los
lectores ávidos.
Mora Torres