El Reloj de Arena - The Hour Glass - Jorge Luís Borges
Thursday, February 09, 2017
Rosemary Elizabeth Waterhouse-Hayward - 1968 |
One day after our 49th wedding anniversary - Un día después de nuestro aniversario de bodas
The Hourglass, by Jorge Luis Borges (la poesía de Borges en castellano a continuación)
It is appropriate that time be measured
by the stark shadow cast by a stake in summer
or by the flow of water in the river
where Heraclitus saw time’s ironies
since, seen as time and fate, they are alike:
the movement of the mindless daytime shadow
and the irrevocable running on
of river water following its flow.
Just so, but time discovered in the deserts
another substance, smooth and of some weight,
that seemed to have been specifically imagined
for measuring out the ages of the dead.
And so appears this instrument of legend
in the engravings in the dictionary,
an object graying antiquarians
will banish to a dusty underworld
of things— a single chessman, a broadsword,
now lifeless, and a clouded telescope,
sandalwood worn away by opium,
a world of dust, of chance, of nothingness.
Who has not hesitated, seeing that hourglass,
severe and sombre, in the god’s right hand,
accompanying the scythe he also handles,
the image Dürer copied in his drawing?
Through a top opening, the inverted cone
slowly lets fall the wary grains of sand,
a gradual gold that, loosening, fills up
the concave crystal of its universe.
Pleasure there is in watching how the sand
slowly slithers up and makes a slope
then, just about to fall, piles up again
with an insistence that appears quite human.
The sand of every cycle is the same
and infinite is the history of sand;
so, underlying your fortunes and your sorrows,
yawns an invulnerable eternity.
It never stops, the spilling of the sand.
I am the one who weakens, not the glass.
The rite of the falling sand is infinite
and, with the sand, our lives are leaving us.
In the timing of the sand, I seem to feel
a cosmic time: all the long history
that memory keeps sealed up in its mirrors
or that has been dissolved by magic Lethe.
All these: the pillar of smoke, the pillar of fire,
Carthage, Rome, and their constricting wars,
Simon Magus, the seven feet of earth
the Saxon offers the Norwegian King—
all are obliterated, all brought down
by the tireless trickle of the endless sand.
I do not have to save myself— I too
am a whim of time, that shifty element.
Está bien que se mida con la dura
Está bien que se mida con la dura
Sombra
que una columna en el estío
Arroja o
con el agua de aquel río
En que
Heráclito vio nuestra locura
El
tiempo, ya que al tiempo y al destino
Se
parecen los dos: la imponderable
Sombra
diurna y el curso irrevocable
Del agua
que prosigue su camino.
Está
bien, pero el tiempo en los desiertos
Otra
substancia halló, suave y pesada,
Que
parece haber sido imaginada
Para
medir el tiempo de los muertos.
Surge
así el alegórico instrumento
De los
grabados de los diccionarios,
La pieza
que los grises anticuarios
Relegarán
al mundo ceniciento
Del
alfil desparejo, de la espada
Inerme,
del borroso telescopio,
Del
sándalo mordido por el opio
Del
polvo, del azar y de la nada.
¿Quién
no se ha demorado ante el severo
Y
tétrico instrumento que acompaña
En la
diestra del dios a la guadaña
Y cuyas
líneas repitió Durero?
Por el
ápice abierto el cono inverso
Deja
caer la cautelosa arena,
Oro
gradual que se desprende y llena
El
cóncavo cristal de su universo.
Hay un
agrado en observar la arcana
Arena
que resbala y que declina
Y, a
punto de caer, se arremolina
Con una
prisa que es del todo humana.
La arena
de los ciclos es la misma
E
infinita es la historia de la arena;
Así,
bajo tus dichas o tu pena,
La
invulnerable eternidad se abisma.
No se
detiene nunca la caída
Yo me
desangro, no el cristal. El rito
De
decantar la arena es infinito
Y con la
arena se nos va la vida.
En los
minutos de la arena creo
Sentir
el tiempo cósmico: la historia
Que
encierra en sus espejos la memoria
O que ha
disuelto el mágico Leteo.
El pilar
de humo y el pilar de fuego,
Cartago
y Roma y su apretada guerra,
Simón
Mago, los siete pies de tierra
Que el
rey sajón ofrece al rey noruego,
Todo lo
arrastra y pierde este incansable
Hilo sutil
de arena numerosa.
No he de
salvarme yo, fortuita cosa
De
tiempo, que es materia deleznable.