A Face As Round & Dull As A Norfolk Dumpling
Saturday, January 31, 2015
Some years ago I found out that I could no longer read any tomes of my early 20th century collection of H.G. Wells novels and short stories. They seemed to me that if at one time Wells (1866- 1946) had been considered a good writer his style had somewhat not aged well. On the other hand when I re-read my The Penguin Complete Father Brown by G.K Chesterton (1874-1936) I found the stories fresh and exciting. While Chesterton was not alive when the atomic bombs exploded over Japan as Wells had, the former author seemed to be the more modern one.
My interest in Chesterton arose from the memory of going to
see with my father in 1954 the film Father
Brown (released in the US as The
Detective) with Alec Guinness as Chesterton's sleuth priest. There were films before
this 1954 version and a few after including TV series here and there and even
one right now. In recent years as I have read most of the output of Jorge Luís Borges I have been delighted to find out that Borges considered Chesterton to be his biggest influence. He particularly admired the fantastic stories of Father Brown.
Alas I lost my Penguin Edition. Just a few days ago it
re-surfaced in a long forgotten closet bookcase.
I read the first story The
Blue Cross (1910) today. This is the story that inspired the Alec Guinness
movie. When I opened to the first page I was struck with curiosity as to whom
the book was dedicated – Waldo and Mildred D’Avigdor. So I went in search of
them in Google. This is what I found:
Waldo Percy Henry dÁvigdo (1877-1947) and his wife, the
former Mildred Wain, were both friends of Chesterton before they met and
married. G.K.’s older friendship with Waldo went back to his boyhood when they
were students at St. Paul’s School, a school for boys in the Hammersmith
borough of London. It had been founded in the early 1500s and attended by such
notables as Milton and Pepys.
Gilbert and Waldo were among the dozen or so members of a
small but energetic club that G.K. and his friends established. They called it
the Junior Debating Society although, as Chesterton says in his Autobiography,
if there was a Senior Debating Society none of them had heard of it. The club
published a periodical called The Debater in which appeared some of Chesterton’s
earliest prose and verse.
About a third of the members, including Waldo and his
brother, were Jewish. Years later Chesterton described Waldo as a person who ‘masks
with complete fashionable triviality a Hebraic immutability of passion tried in
a more ironical and bitter service than his Father Jacob’ (Maisie Ward, Gilbert
Keith Chesterton, p, 103)
The Annotated Innocence of Father Brown – Edited by
Martin Gardner
Aristide Valentin in The Blue Cross
Books to die for
La Noche Boca Arriba
In a most recent early morning visit to my cardiologist I found myself in a waiting room with two friends. We three did not know we shared heart problems and yet there we were in a most unforeseen manner. One of my friends had recently returned from a bike trip in France. His face was all swollen and he had a black eye. "Did you fall there?" I asked him. "No," he answered, "I fell from my bike in Vancouver."
Jorge Luís Borges was a fan of G.K. Chesterton. Borges quoted him lots in poems and short stories. This version, below, of G.K. Chesterton’s poem Lepanto, was translated by Jorge Luís Borges and it appeared in the premier issue of the Argentine magazine Sol y Luna. Below the poem I have posted a link to a reading of Lepanto in English
Esta versión del poema se publicó en noviembre de 1938, en el primer número de la revista argentina «Sol y Luna»
Lepanto
G.K. Chesterton
(Traducción de Jorge Luis Borges.)
Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Books to die for
La Noche Boca Arriba
In a most recent early morning visit to my cardiologist I found myself in a waiting room with two friends. We three did not know we shared heart problems and yet there we were in a most unforeseen manner. One of my friends had recently returned from a bike trip in France. His face was all swollen and he had a black eye. "Did you fall there?" I asked him. "No," he answered, "I fell from my bike in Vancouver."
Jorge Luís Borges was a fan of G.K. Chesterton. Borges quoted him lots in poems and short stories. This version, below, of G.K. Chesterton’s poem Lepanto, was translated by Jorge Luís Borges and it appeared in the premier issue of the Argentine magazine Sol y Luna. Below the poem I have posted a link to a reading of Lepanto in English
Esta versión del poema se publicó en noviembre de 1938, en el primer número de la revista argentina «Sol y Luna»
G.K. Chesterton
(Traducción de Jorge Luis Borges.)
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que
todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de
su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media
luna de sus labios,
Porque al más íntimo de los mares del mundo lo
sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los
cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el
Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos
del Papa,
Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear
la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el
espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los
cañones de España,
Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en
pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las
montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en
un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado
sitial,
El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto
del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando
el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo
Sube por la senda sinuosa el ruido de la
Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones
retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas
de la noche,
Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la
luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de
cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y
aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.
Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos
del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurrá!
Luz de muerte para África ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de
la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)
Mueve el enorme turbante en el regazo de la
hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los
ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar
de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que
los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un
trueno que llama
A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de
Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.
Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y
en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los
desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los
infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y
seres sin ojos;
Sobre ellos se amontonan los moluscos y se
encrespan los bosques grises del mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la
enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules
grietas del suelo,-
Se agolpan y se maravillan y rinden culto a
Mahoma.
Y él dice: Haced pedazos los montes donde los
ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que
no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de
noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve
del Occidente.
Hemos puesto el sello de Salomón en todas las
cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo
consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las
montañas y reconozco La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro
siglos:
¡Es el que no dice "Kismet"; es el
que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que
llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se
ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea
nuestra paz en la tierra.
Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de
cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurrá!
Rayo de Iberia
Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.
En los caminos marineros del norte, San Miguel
está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas
marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas
velas se van.
Blande su lanza de hierro, bate sus alas de
piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor
está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y
doloridos ojos
Y ha muerto la inocencia de la ira y de la
sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto
encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con
otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó
en Galilea.
Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia
el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el
eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de
sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón
al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado
tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se
escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los
colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco
leproso y gris
Como plantas de una casa donde no entra la luz
del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de
todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el
turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus
lebreles-
El rumor de su asalto recorre la tierra de
Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.
En su capilla estaba el Papa antes que el día
o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo
el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece
pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del
crepúsculo
La media luna de las crueles naves cuyo nombre
es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y
oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras
de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos
emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con
innumerables dolores,
Gimen enfermos y sin sol los cautivos
cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una
nación en las ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo
de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la
opresión era joven;
Son incontables, mudos, desesperados como los
que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la
piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila
pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla
cara lo espía,
Y no se acuerda de su Dios, y no espera un
signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de
batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de
matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada
chalupa de un pirata,
El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de
libertad.
¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!
Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto
en España,
Por el que eternamente cabalga en vano un
insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y
envaina el acero...