Lisa, That Lisa From Cochinchina - An Impossibly Far Place
Sunday, May 27, 2012
Lejos, esa lejanía tan lejana que es la memoria de mi niñez. Tan lejos esa imagen en el espejo. Soy yo y nadie más. Lejos también cuando Mercedes me llamaba, “Alejandro, a comer. Lavate la cara y las manos. No te olvidés las rodillas.” Lejos, esa memoria de esos negros Celia y Abelardo que una vez me llevaron a un candomblé allá por Urquiza para que vieran mis pelos rubios. Lejos esa travesía, ese interminable traqueteo en el tranvía número 35 al centro, al apartamento de mi abuelita Dolores. Lejos ese tren a Retiro y la anticipación de las películas de conboys en Avenida Lavalle con mi papá. Lejos, tan lejos, el ruido metálico de la apertura del portón de nuestra casa en Melián y la entrada de mi sonriente mamá. Lejos ese olor a pampa mojada con la venida del pampero casi siempre en un domingo a la noche. Lejos, ese solitario ombú en el horizonte desde mi montura sobre el alazán. Lejos los imposiblemente doblados dedos artríticos de las manos de mi Auntie Winnie sirviéndonos té en su casa en Acassuso. Lejos, pero no tan lejos ese olor a whisky y Player’s Navy Cut de mi papá cuando me abrazaba. Lejos, muy lejos esa lejanía que es la memoria de mi niñez ahora que soy un pingüino al norte del paralelo 49. No tan lejos esa memoria de esas siestas en Méjico con mi Rosemary en el cual dormir era un vil pretexto de no hacerlo. No tan lejos el fin de esa lejanía que me acerca a un principio sin memoria, sin lejanías.
A possible translation of the above could be my mother’s poem:
Argentine Nostalgia
I thought I’d never miss: -
The wide expanse of pasture of the pampas,
The lead gray skies & stratus clouds
The whistling, whining, violent “pamperos”,
The wet moist cold,
The hot damp heat,
The monotonous landscape
Bare of trees & bushes 7 human beings
Populated by lazy, cattle.
But I do,
And remember,
The balmy breezes of early spring,
The mauve of jacarandá trees in early fall,
The crisp, white frost of midwinter,
The golden yellow of the aroma in late spring
The pungent, acrid odor of the figs in midsummer.
I thought I’d never miss:
The untidy almacén at my corner
Overflowing with cellophane bags of capeletti & ravioli
And mounds of sacks of new potatoes,
Reeking of onions & “tipo Roquefort cheese”,
Of smoked ham & bacon hanging from hooks
Or: The heated discussion of the Italian neighbours,
The chattering, singing & crying of their children,
The clatter of their plates & knives - they ate
In the patio & almost lived there,
Their plaintive singing of their summer land
And the merry quartets from Barbero & Rigoletto.
Or: The austere grays & browns & blacks
That Porteños think proper to wear,
Their sober silence and quiet in public vehicles
The busy little sidewalk cafes under striped awnings,
The interminable wait for tram 35,
The long and never ending route it took,
But I do,
And remember,
The exquisite taste and stark simplicity
That Porteños think proper for wear,
Their polite “permiso” as they sidled by you on colectivos
The gracious old-fashioned cadence of the
“Cuando” danced in a café.
The beautiful church on Juramento and Cabildo
I always watched out for out of the window of Tram 35
The expectation of getting to Mother’s flat,
At the end of the line,
And the warmth I’d get there!
Filomena de Irureta Goyena de Hayward
Nueva Rosita, Coahuila, Mexico
Dec 5, 1956.
Or it could be Jorge Luís Borges’s poem:
El Sur
Desde uno de tus patios haber mirado
las antiguas estrellas,
desde el banco de sombra haber mirado
esas luces dispersas
que mi ignorancia no ha aprendido a nombrar
ni a ordenar en constelaciones,
haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor de jazmín y la madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco del zaguán, la humedad
- esas cosas, acaso, son el poema.
But no. Perhaps it's the following:
That Prague cemetery is but an echo of that island of the day before. Lisa, Lisa from Cochinchina, that impossibly far, as far-as-one-can-be place, from that lone ombú on the horizon - far from the vantage point of my galloping horse, of my childhood. Lisa, she of the impossibly beautiful chest (and why not!) I called up, not too long ago, and asked her if she would pose for me again. “No,”she replied, I have gotten fat.”