Como una flor japonesa
Tuesday, December 31, 2019
Me es imposible no pensar en la novela Rayuela de Julio Cortázar. Cualquiera de mis fotos puede ilustrar cualquier capítulo de esta formidable novela. Por lo tanto tengo una resolución para este 2020 que voy a cumplir. Un beso - una resolución del año nuevo
It is impossible for me not to think of Julio Cortázar's novel Hopscotch. It seems that any of my photographs can illustrate any chapter of this formidable novel. Thus my resolution for 2020, one that I will keep. A Kiss - A New Year's Resolution
Rayuela, de
capítulo 93. Julio Cortázar (Both in English and in Spanish)
Pero el
amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de
aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con
todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos,
de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos
los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por
los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero
porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y
no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí,
no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta
que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas
dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu
amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado,
jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y
no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan
sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero.
Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier
otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que
quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor
que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la
música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y
es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en
un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los
pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora
de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he
dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser
grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué
stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea
de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras
negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te
amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos,
convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos,
che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en
elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto.
Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los
huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen
porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no
se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando
salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de
escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de
la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué,
pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en
ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz,
muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y
la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma
óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese
proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo.
Miel y leche hay debajo de tu lengua… Sí, pero también está dicho que las
moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra,
en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la
inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas
Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy
curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta
criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando
ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio
empollara el Roc…
Logos,
faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el
macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño?
Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como
un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.
Rayuela, excerpt from chapter 93.
But love, that word… Horacio the moralist, fearful of
passions without some deep-seated rationale, out of place and disagreeable in
the city where love is called by all the names of all the streets, of all the
houses, of all the floors, of all the rooms, of all the beds, of all the
dreams, of all the memories or all the forgetting. My love, I don’t love you
for you or for me or for both of us together, I don’t love you because my blood
calls me to love you, I love you because you are not mine, because you’re from
the other side, over where you invite me to jump and I can’t make the leap, because
in the deepest place of possession you aren’t in me, I can’t reach you, I don’t
get beyond your body, your laugh, there are hours where I am tormented that you
love me (how you like to use the verb to love, so trite as you let it slip over
the dishes and the sheets and the buses), I’m tormented by your love that
doesn’t work as a bridge because a bridge doesn’t hold itself up on just one
side, neither Wright nor Le Corbusier are ever going to build a bridge
balancing on just one side, and don’t look at me with those bird’s eyes, for
you the operation of love is so easy, you’ll be cured before me even though you
love me like I don’t love you. Of course you’ll be cured, because you live
healthy, after me it will be any other, that can change like a bra. So sad
hearing the cynic Horacio who wants a love passport, a love ski mask, love key,
love revolver, love that gives him the thousand eyes of Argos, the ubiquity,
the silence from which music is possible, the root from which one could start
to stitch a language. And it’s stupid because all of this sleeps in you a
little, just dip you in a glass of water like a Japanese flower and little by
little, colored petals would start to sprout, the little twisted forms would
start to swell, the beauty would grow. Giver of infinity, I don’t know how to
take it, forgive me. You are handing me an apple and I have left my teeth on
the bedside table. Stop, that’s enough. I can be crude too, cover yourself. But
watch yourself, it’s not unjustified.
Why ‘stop’? Out of fear of starting the fabrications, they
come so easily. You take an idea from over there, a feeling from the other
shelf, you tie them together with the help of words, black dogs, and it turns
out that I love you. Partial truth: I want you. General truth: I love you.
That’s how many friends of mine live, not to mention an uncle and two cousins,
convinced of the love-that-they-feel-for-their-wives. From the word to the act,
right; in general without talk there is no action. What many people call love
consists in picking a woman and marrying her. They pick one, I swear, I have
seen them. As if you could choose in love, as if it weren’t a lightning bolt
that shatters your bones and leaves you tied up in the middle of the patio.
You’ll say that they pick her because-they-love-her, I think it’s the reverse.
Beatriz was not picked, Juliet wasn’t picked. You don’t pick the rain that
soaks you to the bone when you leave a concert. But I am alone in my room, I
fall back on tricks of writing, the black dogs come as they can, they nip at me
from below the table. Do you say below or beneath? Anyhow they nip at me. Why,
why, porquoi, por qué, warum, perchè this horror at black pearls. Look at them
there in the poem by Nashe, transformed into bees. And there, in two verses of Octavio
Paz, thighs of the sun, enclosures of summer. But the same woman’s body
contains both María and the Madame de Brinvilliers, the eyes that blur seeing a
beautful sunset are the same lens that sees the writhing of a hanged man. I’m
scared of this trafficing, of wine and of voices, a sea of tongues licking the
ass of the world. There’s milk and honey under your tongue… yes, but it’s also
said that dead flies make the perfumist’s perfume reek. At war with words, at
war, everything necessary even to the point of giving up intelligence, ending
up just ordering french fries and Reuters telegrams, in my noble brother’s
letters and movie lines. Strange, very strange that Puttenham would feel the
words as if they were objects, and even living creatures. I also feel,
sometimes, like I’m creating rivers of fierce ants that will devour the world.
Ah, but if in silence the Roc is born…
Logos, faute éclatante. To imagine a race that expresses
itself through drawing, dance, macramé or abstract mime. Could you avoid connotations,
the root of trickery? Honneur des hommes, etc. Yes, but an honor that dishonors
every phrase, like a brothel of virgins if that were possible.