El Engominado
Sunday, August 25, 2019
No es la primera vez que relato este cuento pero sí, quizá en mi castellano fallo.
Mi mamá Filomena tenía una admiradora que la adoraba. Se llamaba Ines Barber y era la hermana mayor de mi papá George. Cuando nací, Ines quería ser la madrina pero en un ambiente conservador alguien habrá preguntado, “¿Cómo es posible que una mujer divorciada pueda ser madrina?” Ines sí se había divorciado y casado una vez más con un Mendocino, Alejandro Ariosa.
Por lo
tanto la hija de mi Tía Ines, Inesita, tomó su lugar siendo entonces no solo mi prima hermana pero mi madrina también. Hasta que falleció hace unos dos años, fue la madrina perfecta.
Para fines
de los 50 mis padres organizaban mi cumpleaños (con piñata y ponerle el rabo
al burro, el 31 de agosto, un día después de la Tormenta de Santa Rosa de
Lima), llegaban a nuestro largo jardín en el barrio de Coghlan mis amigos
colegiales y los primos. Entre ellos el terrible hijo mayor de Inesita,
Georgito que rompía mis juguetes mientras me sonreía con alegría.
Al volver a
Buenos Aires en 1966 para hacer mi conscripción militar en la marina me quedé
una temporada en la casa de mi prima Inesita O’Reilly. Había enviudado y se
había casado con un viudo, Adolfo Kuker.
En una
casona en Belgrano R sobre Juramento, al cenar, se sentaban los cuatro de Inesita
(una era hija que le gustaba flirtear) con las cuatro hijas de Dolfi (así lo
llamábamos). Con los respectivos novios y novias y mi prima
Elizabeth Blew la mesa era una tipo Hollywood "And Then There Were None".
La primera
vez que me senté en esa mesa tamaño yate, todos, en un silencio absoluto, esperaron que yo usara
algún cubierto. El primo, sobrino (yo) venido de México seguro era un
pajuerano. Pasé el examen.
Al final, durante el postre vi como las hijas de Dolfi comían las naranjas y las bananas con tenedor y cuchillo. Me horroricé y no probé la fruta.
En esos
días Georgito (su padríno era Alejandro Ariosa el esposo de mi tía Ines, mi padrino también,
que me puso el nombre de Alejandro) estaba haciendo su servicio militar en el
ejército y su hermano Ricardo en la policía. ¡Los tres de uniforme en la mesa
era una imagen asombrosa!
Unos meses antes
que Georgito y yo termináramos nuestro servicio me acuerdo que una tarde en la
casa que alquilaban los Kuker/O’Reilly en Pacheco en el verano, discutimos, él
y yo el problema de nuestro futuro. Durante el servicio la primicia era obedecer
órdenes y pasar desapercibidos con los cabos a los cuales les gustaba jugar a
los soldaditos. Nuestra incomodidad de género existencialista era , “¿Qué vamos
a hacer cuando termine todo esto?” Creo que los dos tuvimos suerte.
Me acuerdo
que Georgito me enseñó el vocabulario correcto de esa época. “Nunca preguntés
por el baño. Tenés que decir, ‘¿Dónde puedo hacer pis?’ No debés usar la
palabra rojo. Cuando alguien estornuda no decís nada. Al llegar cuando estén cenando
tus amigos, nunca, repito nunca, te atrevas a decir ‘buen provecho.’”
Al
repatriarme en el buque ELMA Río Aguapey, Georgito y su novia Bebi se
despidieron en el muelle.
Desde ese momento
supe que mi relación con mi sobrino era una muy especial.
Vuelvo a
menudo con mi Rosemary. Nos gusta quedarnos en el Hotel Claridge. Nos gusta
pasear por la ciudad. Pero lo que más me impulsaba a volver a la ciudad de mi
natalicio era poder verme con mi prima Inesita y su hijo Georgito.
Ha
fallecido Inesita, pero Georgito, dos años menos que yo a los 75 es una
presencia y un imán que no puedo ignorar.
Los dos ya estamos
viejos y Georgito no se puede acordar los nombres de todos sus nietos, nietas y
bisnietos. Ya no participa en scrums con el CASI pero sí es fanático del golf. Este
ex-fotógrafo de revista es como me gusta decir en inglés, "obsolete, redundant,
retired & inconsequential”. Nos une un lazo de mas 69 años.
¡Vaya la
sorpresa desagradable que Georgito se iba a internar el martes pasado para que
le quitaran un quiste (quizá maligno, aún no se sabe) en unos de sus pulmones!
Un día después
de la operación mi campante sobrino se puso a caminar y mostrar algo de su
excelente “donde la espalda pierde su nombre” como mi abuela me decía.
La familia
O’Reilly (juntos con las Pinturas Sherwin Williams que algún día cubrirán la
tierra) es una familia compacta (¡!) y unida. Las nietas hacen guardia en el
hospital durante el día y los nietos en la noche. En tiempo de guerra esos
nietos sufrirían un automático paredón por dormirse durante la guardia.
Georgito O'Reilly 25 de agosto , 2019 |
Pero el
colmo de todo esto es que el señor Georgito, en cama, luce su hábito diario y
muy argentino. ¡Se engomina!