El Abanico de Mambrú - Mario Benedetti
Saturday, September 08, 2018
Mambrú
se Fue a La Guerra – Wikipedia
Compuesta tras la batalla de Malplaquet (1709),
que enfrentó a los ejércitos de Gran Bretaña y Francia, durante la Guerra de
Sucesión Española. A pesar de su derrota, los franceses creyeron muerto en la
batalla a su enemigo John Churchill, duque de Marlborough, que es a quien se
dedica la canción burlesca. La melodía de la canción parece ser aún más
antigua: según Chateaubriand, es de origen árabe y habría llegado a Francia
llevada por los cruzados.
La canción se popularizó en tiempos de Luis
XVI: una de las nodrizas del delfín solía cantarla; la canción agradó a los
reyes y pronto se difundió por Versalles y luego por todo el país. A España
llegó por influencia de los Borbones, con el nombre Marlborough reducido a un
más pronunciable Mambrú. Solían cantarla sobre todo las niñas, típicamente
acompañando al juego de rayuela.
El tema de la canción fue empleado por
Beethoven en su obra La Victoria de Wellington, sobre la derrota napoleónica de
Vitoria en 1813 para simbolizar a Francia
Existen también versiones en otros idiomas. La
inglesa, cantada con el estribillo For he is a jolly good fellow ha dado lugar a
la canción del mismo nombre, conocida en España como Es un muchacho excelente y
en Argentina, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay (entre otros países de
Latinoamérica) como Porque es un buen compañero. Es interesante señalar que, si
bien la música de 'Malbrough s'en va-t-en guerre', 'For he is a jolly good
fellow' y la versión española de Es un muchacho excelente son prácticamente
iguales, no ocurre lo mismo con la versión española de 'Mambrú se fue a la
guerra' que ha sufrido una adaptación musical diferente.
En Argentina, la poetisa y cantautora María
Elena Walsh popularizó esta melodía entre los chicos, durante las décadas de
1960 y 1970 fundamentalmente. También la misma autora escribió otras canciones
en homenaje a Mambrú como la Canción del estornudo.
No hay niño en cualquiera primaria en Buenos
Aires a fines de los 40 y principios de los 50 que no cantara en clase la
canción Mambrú se fué a la guerra. Era una de mis favoritas. Al ver mi foto de
la modelo japonesa Helen con su abanico se me ocurrió buscar alguna poesía o
escrito sobre el abanico. ¡Vaya mi sorpresa de encontrar algo por el escritor
uruguayo Mario Benedetti sobre Mambrú y su abanico (no japonés).
Mambrú se fue a la guerra
LA
VUELTA DE MAMBRÚ - Mario Benedetti
Cuando Mambrú se fue a la guerra, llevaba una
almohadilla y un tirabuzón. La almohadilla para descansar después de las
batallas y el tirabuzón para descorchar las efímeras victorias.
También llevaba un paraguas contra venablos,
aguaceros y palabrotas; un anillo de oro para la suerte y contra los orzuelos y
un llavero con la llave de su más íntimo desván.
Como a menudo le resultaba insoportable la
ausencia de la señora de Mambrú, llevaba un ejemplar del “Cantar de los
Cantares”, a fin de sobrellevar los veranillos de San Juan, un abanico persa y
otro griego.
Llevaba una receta de sangría para sobornar al
cándido enemigo y para el caso de que este no fuera sobornable llevaba un
arcabuz y un verduguillo.
Así mismo unas botas de potro que rara vez
usaba, ya que siempre le había gustado caminar descalzo y un calidoscopio
artesanal, debido probablemente a que Marei, Edison y Lumiere no habían nacido
para inventar el cine.
Llevaba por último, un escudo de arpillera
porque los de hierro pesaban mucho y dos o tres principios fundamentales
mezclados con la capa bajo el morrión.
Nunca se supo como le fue a Mambrú en la
guerra, ni cuantas semanas o siglos se demoró en ellas. Lo cierto es que no
volvió para la Pascua ni para Navidad. Por el contrario, transcurrieron
centenares de Pascuas y Navidades sin que volviera o enviara noticias. Ya nadie
se acordaba de él ni de su perra. Nadie cantaba ya la canción que en su tiempo
era un hit.
Y sin embargo, fue en medio de esa amnesia que
regresó en un vuelo regular de Iberia, exactamente el miércoles pasado. Tan
rozagante que nadie osó atribuirle más de un siglo y medio. Tan lozano
que parecía el bisnieto de Mambrú.
Por supuesto ante retorno tan insólito hubo una
conferencia de prensa en el abarrotado salón Vip. Todos querían conocer las
novedades que traía Mambrú después de tanta guerra. Cuántas heridas, Cuántos
grilletes. Cuántos casus belis. Cuántos pillajes y zafarranchos de combate.
Cuánto orgullo, cuántas lecciones. Cuántos laureles, cuántas medallas y cruces
y chafalonías.
Ante el asedio de micrófonos que diecinueve
hombres de prensa blandían como cachiporras, Mambrú, oprimido pero afable solo
alcanzó a decir: —Señores no sé de qué me están hablando. Traje una brisa con
arpegios, una paciencia que es un río, una memoria de cristal. Un ruiseñor, dos
ruiseñoras, traje una flecha de arco iris y un túnel pródigo de ecos. Tres
rayos tímidos y una sonata para grillo y piano. Un lorito tartamudo y una
canilla que no tose. Traje un teléfono de ensueño y un aparejo para náufragos.
Traje éste traje y otro más. Y un faro que baja los párpados, traje un limón
contra la muerte y muchas ganas de vivir.
Fue entonces que nació la calma y hubo un
silencio transparente. Un necio adujo que las pilas se hallaban húmedas de
llanto y que por eso los micrófonos estaban sordos y perplejos.
Poquito a poco aquel asedio se fue estrechando
en un abrazo y Mambrú viejo y joven y único sintió por fin que estaba en
casa.
Doctor Pat McGeer & Aurintricarboxilic Acid
Friday, September 07, 2018
Doctor Pat McGeer is 91. I ran into him at my Safeway. We
had a chat. He told me that at his age he can no longer play basketball but
that he does play tennis every day. I asked him about his research at the UBC
Hospital which he had previously told me was about cancer. This time he went
into more detail. They have a product called Aurintricarboxilic
Acid which prevent cancers cells from getting
blood. He told me that all the patients they have tried the substance on are
alive and well. One has been around two years since being treated. He then went
into the complexity of the further step of making it known to pharmaceutical
companies. I asked him if it worked only on certain cancers. He told me it
worked with all including that tough pancreatic cancer.
Dr. Pat McGeer
A Hollywood Scoop Light & Jo-Ann
Thursday, September 06, 2018
When my pioneer wife Rosemary told me that we were moving
from Mexico City in 1975 to Canada (the US was out as I was an alien Argentine)
I followed orders. She further informed me that I would have a hard time
learning French so Montreal was out and that I would not be able to handle the
Toronto snow. So we came to Vancouver.
It is my belief that if the French CBC had not hired me to
take station ID slides for their TV
station launch and I had not met Malcolm Parry I would still be washing cars
for car rental agencies. I sometimes wonder what would have happened if we
had originally settled in Toronto with the proximity of New York as a place for
an enemy Argentine alien to seek photographic work.
One very good Vancouver photographer, Brent Daniels, did just
that and moved to Toronto. But before he left he gave me this beautifully odd
Hollywood scoop light which I still have.
In my years of having a big studio I did a lot of
experimenting to keep me active when work might have been slow. I had a
favourite subject Jo-Ann who would visit me for sessions, once a month on
Thursdays.
She was very plástica, a word of choice for my friend Argentine
artist Juan Manuel Sánchez who for 10 years was my mentor (without me knowing).
By plástica he meant a combination of flexibility, muscle tone with a touch of
voluptuousness. Jo-Ann talked little and
most of my instructions were with a nod of my head and she would always seem to
know what to do.
Since these sessions were not magazine assignments I did not
have to produce on deadline a useable image for a demanding art director. Here I
could afford to do as I pleased. But in all instances I liked (and still like)
to choose a theme or one lighting setup. I suggested to Jo-Ann that we would
use the scoop light and nothing more.
I have no idea what a magazine art director would have said
of these pictures. But I do know that they led me to further experimentation
with the idea of simple themes where the restrictive parameters made me more
alert to look for that shot.
I touch your mouth - with a finger its edge - Cortázar
Wednesday, September 05, 2018
These days in my time to think which seems to be, in its
limitation, quite infinite into how many derivations each thought takes me, I
wonder about that relationship of me the photographer, the camera and my
subject on the other side. Is this important? Or is it a personal obsession
that will prevent me from thinking about things that may matter more like my
preparation for death?
I have thousands of negatives, slides and photographs of
people’s faces. I look at each one of them and the memory of taking them takes
me back to the sounds of their voices, feelings and in some cases the sweet
smells of their perfume or in the case of the piece of literature here by Julio Cortázar his smell of cigarros Arizona which I used to buy for him at the corner store when he visited my father in Coghlan in Buenos Aires.
In the late 80s my Rosemary took me to a meeting of the
Vancouver Rose Society. We sat on uncomfortable chairs in VanDusen’s Floral
Hall and somebody projected over 100 terrible slides of rose close-ups. I
looked at Rosemary and told her, ”You have brought me to this?”
Of course I fell in love with roses and I vowed I would
never photograph them. I have (a bit) but I mostly think I am not breaking my
vow because I scan them.
But if 100 bad slides of people were projected I would be
alert. Rosa ‘Double Delight’ might be
a beautiful rose with very nice fragrance (true) but after a few projections
boredom would set in, not so with the face. There is such a variety in the human face that even with identical
twins we want to discern how one is different from the other.
With many of my pictures I look at them and I know that time
has changed what I see (in some instances time has faded or stained the very
pictures I am looking at). Some of my faces are of people that are now dead.
Others I have lost with the shifts of moving and different interests. In others
I am enthusiastic of the prospect of taking new photographs in which the
progression of time can add to the complexity of a portrait.
In the case of Caitlin Legault’s reversed b+w Polaroid peel
I look at perfection and think if you have a perfect face how can another
person have that,
too. Are there two
perfect faces? What would Plato say of the essence of the human face, one we
would see as we emerge from that dark tunnel with the flickering fire that
projects imperfection onto the back wall?
Rayuela - Capítulo 7 - Julio Cortázar
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de
tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu
boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y
recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y
te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida
por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco
comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi
mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más
de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y
nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se
miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente,
mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando
en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un
silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente
la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena
de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos
mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber
simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva
y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna
en el agua.