Las líneas de la mano - Julio Cortázar
Sunday, March 12, 2017
Después de haber vuelto de una visita a mi Buenos Aires tengo una leve obsesión de buscar fotos en mis archivos para ilustrar cuentos y poesías de Julio Cortázar que fue amigo de mi papá. Durantes sus visitas a nuestra casa sobre Melián y Nahuel Huapi, Cortázar me mandaba al boliche de la esquina para comprarle sus Arizonas.
Las Líneas de la Mano (English translation below)
Por
Julio Cortázar
De una
carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y
baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el
piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de
Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa
de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la
calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la
verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al
puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra
en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el
muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para
trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la
cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una
cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida,
remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hacia
el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que
en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola.
A hand’s lines – Julio Cortázar
From a letter thrown on the table, a line extracts itself
and runs along the pinewood then goes down a leg. If you look closely, you can
see the line continue along the hardwood floor, climb the wall, enter a metal
plate that is reproducing a painting by Boucher, trace the back of a woman
reclining on a sofa, and finally escape the room by the roof and descend a
chain of lightening rods to get to the street. It’s difficult to follow it
because of the traffic, but if you focus, you’ll see it climbing the wheel of
the bus parked on the corner that goes to the port. There it gets off the bus
on the nylon stocking of the blondest passenger, passes through the hostile
territory of customs, and crawls and zig zags to the wharf, and there (its
difficult to see it, only the rats follow it to get on board) it gets on the
boat with the loud turbines, runs along the first class deck, overcomes with
difficulty the main porthole, and enters a cabin, where a sad man drinks cognac
and listens to the farewell siren. It climbs the lining of his pants, then his
vest, and slides along towards his elbow. Then with one last effort, it takes
refuge in the man’s right hand palm, which in that instant starts to close on
the butt of a handgun.