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Mario Vargas Llosa - al volver enfermo de Piura, 1990 |
Porque he vivido en Vancouver desde 1975 y Canadá es un país anglocéntrico paré de leer en castellano.
En 1990 leí una nota en Esquire sobre Mario Vargas Llosa que se había declarado como candidato para la presidencia peruana.
Se me ocurrió que quería entrevistar y fotografiar al autor. Le mandé varios faxes. No no me contestó hasta que empecé mi comunicación con, “Por amor a San Martín de Porres…”. En su carta me citó verle en su casa en Miraflores en tres meses. Yo conseguí la representación de una revista llamada “Books in Canada.”
Fue cuando me fui a la universidad the British Columbia y saqué todas sus novelas en Castellano que aprendí a sentirme cómodo de leer en mi lengua nativa ya que soy argentino. Comencé con La conversación en la Catedral, y terminé con Historia de Mayta. También leí La guerra del fin del mundo y para ambientarme leí, también en castellano, O Sertöes de Euclides da Cunha.
Más o menos listo, partí para Lima. Mi sorpresa fue que le caí bien a su esposa que me dijo que igual que el fotógrafo de Esquire yo tenía una cámara grande que tomaba Polaroids. Me invitaron a quedarme un fin de semana.
Mi entrevista y sesión fotográfica fue amena. Me confesó Vargas Llosa que su novela favorita era La guerra del fin del mundo (algo que afirmó durante muchos años).
Le pregunté por qué La conversación en La Catedral era tan difícil de leer. Me contó, “Alex, considero que el lector, al leer lo complejo, participa con el autor en la creación de la novela. Mi influencia fue el autor William Faulkner y su cuento corto The Bear.”
En mis varias lecturas de ese cuento nunca he podido entenderlo por completo.
Viajé a Callao y tomé fotos en la Escuela Militar de Leoncio Prado. Vargas Llosa estudió allí y basó sus experiencias en su novela la ciudad y los perros.
Aprendí pronto que a los autores nunca se les pregunta sobre los elementos autobiográficos de sus novelas. Le indiqué a Vargas Llosa que había localizado la heladería mencionada en La Historia de Mayta. Me miró con mala cara.
Tengo dato interesante del porqué Vargas Llosa perdió y ganó Fujimori. Vargas Llosa había ido, durante mi estadía a Piura y allí le cayó mal un ceviche. La noche en la cual le habían invitado a hablar en el Centro Japonés Peruano, y Fujimori también iba a estar presente, me dijo, “Alex, me siento enfermo, vé tú.”
Aunque no me pagaron muy bien, los de la revista canadiense, percibí lindos dólares estadounidenses ya que el Chicago Sun Times usó mi fotografíá.
La revista Condé Nast Traveler me había contratado fotografiar los lugares de las novelas de Vargas Llosa y yo iba a escribir la nota. Perdieron el interés cuando el autor perdió.
Mi obra favorita de Vargas Llosa es un obituario que escribió tan pronto supo de la muerte de Cortázar. La leí en una nueva edición de los cuentos completos de Julio Cortázar. Se llama La Trompeta de Deyá. Los dos autores se hicieron amigos en Europa en los años 50 cuando eran traductores El obituario es un maravilloso ejemplo en como una persona de derecha puede escribir algo tan lindo sobre una de izquierda.
Aquí enlace a La Trompeta de Deyá
¿Cuando empezó a joderse todo Zabalita?