Una de mis fórmulas para opinar de la vigencia y excelencia de una novela, antes de comprarla, es la de leer el primer párrafo. Aquí el primero de Rayuela por Julio Cortázar.
¿Encontraría
a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine,
el arco que da al Quai de Conti y apenas la luz ceniza y olivo que flota sobre
el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en
el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el
pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle,
subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la
Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual
era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas
es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Nora Patrich y La Rayuela de Cortázar en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en Buenos Aires |