Translated by James Honzik
If (as affirms the Greek in the Cratylus)
the name is archetype of the thing,
in the letters of “rose” is the rose,
and all the Nile flows through the word.
Made of consonants and vowels,
there is a terrible Name,
that in its essence encodes God’s all,
power, guarded in letters, in hidden syllables.
Adam and the stars knew it in the Garden.
It was corroded by sin (the Cabalists say),
time erased it, and generations
have forgotten.
The artifice and candor of man go on without end.
We know that there was a time in
which the people of God searched for the Name
through the ghetto’s midnight hours.
But not in that manner of those others
whose vague shades insinuate into vague history,
his memory is still green and lives,
Judá the Lion the rabbi of Prague.
In his thirst to know the knowledge of God
Judá permutated the alphabet through complex variations
and in the end
pronounced the name that is the Key
the Door, the Echo, the Guest, and the Palace,
over a mannequin shaped with awkward hands,
teaching it the arcane knowledge of
symbols, of Time and Space.
The simulacrum raised its sleepy eyelids,
saw forms and colors that it did not understand,
and confused by our babble
made fearful movements.
Gradually it was seen to be (as we are)
imprisoned in a reverberating net of
Before, Later, Yesterday, While, Now, Right, Left,
I, You, Those, Others.
The Cabalists who celebrated this mysterium,
this vast creature, named it Golem.
(Written about by Scholem,
in a learned passage of his volume.)
The rabbi explained the universe to him,
“This is my foot, this yours, and this the rope,”
but all that happened, after years,
was that the creature swept the synagogue badly.
Perhaps there was an error in the word
or in the articulation of the Sacred Name;
in spite of the highest esoteric arts
this apprentice of man did not learn to speak.
Its eyes uncanny,
less like man than dog and much less than dog but thing
following the rabbi through the doubtful
shadows of the stones of its confinement.
There was something
abnormal and coarse in the Golem,
at its step the rabbi’s cat fled in fear.
(That cat not from Scholem but of the blind seer)
It would ape the rabbi’s devotions,
raising its hands to the sky,
or bend over, stupidly smiling,
into hollow Eastern salaams.
The rabbi watched it tenderly but
with some horror. How (he said)
could I engender this laborious son?
Better to have done nothing, this is insanity.
Why did I give to the infinite
series a symbol more? To the coiled skein
on which the eternal thing is wound,
I gave another cause, another effect, another grief.
In this hour of anguish and vague light,
on the Golem our eyes have stopped.
Who will say the things to us that God felt,
at the sight of his rabbi in Prague?
Jorge Luis Borges – 1958
Si (como
afirma el griego en el Cratilo)
el
nombre es arquetipo de la cosa
en las
letras de 'rosa' está la rosa
y todo
el Nilo en la palabra 'Nilo'.
Y, hecho
de consonantes y vocales,
habrá un
terrible Nombre, que la esencia
cifre de
Dios y que la Omnipotencia
guarde
en letras y sílabas cabales.
Adán y
las estrellas lo supieron
en el
Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen
los cabalistas) lo ha borrado
y las
generaciones lo perdieron.
Los
artificios y el candor del hombre
no
tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que
el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las
vigilias de la judería.
No a la
manera de otras que una vaga
sombra
insinúan en la vaga historia,
aún está
verde y viva la memoria
de Judá
León, que era rabino en Praga.
Sediento
de saber lo que Dios sabe,
Judá
León se dio a permutaciones
de
letras y a complejas variaciones
y al fin
pronunció el Nombre que es la Clave,
la
Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un
muñeco que con torpes manos
labró,
para enseñarle los arcanos
de las
Letras, del Tiempo y del Espacio.
El
simulacro alzó los soñolientos
párpados
y vio formas y colores
que no
entendió, perdidos en rumores
y ensayó
temerosos movimientos.
Gradualmente
se vio (como nosotros)
aprisionado
en esta red sonora
de
Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha,
Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El
cabalista que ofició de numen
a la
vasta criatura apodó Golem;
estas
verdades las refiere Scholem
en un
docto lugar de su volumen.)
El rabí
le explicaba el universo
"esto
es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró,
al cabo de años, que el perverso
barriera
bien o mal la sinagoga.
Tal vez
hubo un error en la grafía
o en la
articulación del Sacro Nombre;
a pesar
de tan alta hechicería,
no
aprendió a hablar el aprendiz de hombre.
Sus
ojos, menos de hombre que de perro
y harto
menos de perro que de cosa,
seguían
al rabí por la dudosa
penumbra
de las piezas del encierro.
Algo
anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a
su paso el gato del rabino
se
escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a
través del tiempo, lo adivino.)
Elevando
a su Dios manos filiales,
las
devociones de su Dios copiaba
o,
estúpido y sonriente, se ahuecaba
en
cóncavas zalemas orientales.
El rabí
lo miraba con ternura
y con
algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
'pude
engendrar este penoso hijo
y la
inacción dejé, que es la cordura?'
'¿Por
qué di en agregar a la infinita
serie un
símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja
que en lo eterno se devana,
di otra
causa, otro efecto y otra cuita?'
En la
hora de angustia y de luz vaga,
en su
Golem los ojos detenía.
¿Quién
nos dirá las cosas que sentía
Dios, al
mirar a su rabino en Praga?