While I was in Mexico, I remember how Mexicans used to laugh (and kid me) at all the fake
falls by Argentine futbol players. They would use the expression, “se hechan un
tango”. By this they meant that the
overdid their shenanigans in the same way that tango lyrics are much like a
soap opera dialogue.
The poem below by Uruguayan writer Mario Benedetti has
little of tango in it. It is about a drunkard who is confronted in his easy
chair by his wife who sermonizes him for his habit. In the end our drunkard
quotes a classic tango:
Vos sabés
que yo siempre cito a los clásicos. Por ejemplo, Cátulo Castillo (música de
Aníbal Troilo) que estampó Yo sé que te lastima / yo sé que te hace daño /
llorarte mi sermón de vino».para siempre esta / delicia: «
-Es cierto
que me hace daño. No importa. Aquí te dejo, con esa veterana curda, que ya
forma parte de tu currículo. Se acabó. No te preocupes. Cuando vos y yo seamos
finaditos, sé que voy a encontrarte en algún boliche (cantina, para los
ilustrados) del paraíso.
Which translates to:
You know I always quote the classics. As an example Cátulo
Castillo (music by Aníbal Troilo) who wrote:
“I know this hurts you/ I know that it is bad for you/ to
cry my sermon of wine, always a delight.”
His wife answers: It is true, it hurts me. It is of no
consequence. I leave you here, with your veteran hangover, which is part of
your curriculum. It’s over.
Don’t worry. When both of us are dead, I know I will find you at a
corner bar in Paradise.
Tango
[Cuento
- Texto completo.]
Mario
Benedetti
Estaba
tan borracho que no llegó haciendo eses sino equis. La casa (su casa) estaba
vacía, oscura, abandonada. Quizá por eso pudo llegar indemne hasta la mecedora.
Cerró,
abrió y cerró los ojos. Lo que vislumbró no fue un sueño sino un milagro de
jardín. Con su madre o sin su madre. Eso dependía de la tensión de sus
párpados. Si era con su madre, ella lo señalaba con un índice acusador y una
mueca de burla. No era preciso que hablara. Él bien sabía de qué se trataba.
Desde la infancia la había despreciado, ninguneado con fervor, desatendido.
Entre ella y él no había puentes;sólo despeñaderos, barrancos, hondonadas. Por
eso ella, en vez de dos ojos verdes, tenía dos odios grises.
Él abrió
los suyos, acarició los párpados heridos, posó su mirada opaca en la pared de
enfrente, que empezó a balancearse con un ritmomoderado. El cuadro estaba ahí:
una figura antigua, de hombre recio,con corbata de moña, melena canosa y
anteojos de miope. Cerró otravez los ojos y el hombre se asomó en el espacio
inverosímil: allí nohabía moña ni anteojos. Él, cuando estaba sobrio, era capaz
de recitar de memoria todos los poemas de ese tipo, pero ahora los versos se
arrinconaban en el olvido. El hombre semisoñado lo miraba con
exigencia,
reclamándole algo, aunque fueran dos versos, una copla, elestrambote de un
soneto mediocre. Pero él se retraía, se ocultaba, noquería saber nada de una
inspiración ajena. Ahí era cuando el tipoempuñaba un látigo y él abría
providencialmente los ojos.
El
cuadro ya no estaba y la pared había dejado de balancearse. Qué bien le vendría
un café amargo, pero cómo llegar a la cafetera, a encender el gas, a no
derramar el agua que llamaba desde el grifo.
Por
primera vez lamentó su mamúa. Volvió a cerrar los ojos en busca de un estímulo.
Tardó en llegarle la somnolencia, pero cuando llegó fue una recompensa
inesperada. Frente a él, al alcance de sus manos, estabaDorita, más atractiva
que nunca, con la boca entreabierta y a la espera,con el camisón rosa que se le
resbalaba de los senos, más turgentes queen épocas pasadas. Quiso decir algo y
no pudo. Dorita lo paralizaba consu belleza. Decidió extender su mano hasta el
pezón izquierdo, pero éstese hizo nada entre su índice y su pulgar.
Esta vez
abrió los ojos porque alguien le estaba sacudiendo el hombro. Su mujer, nada
menos, y no era un sueño.
-Otra
vez mamado -gritó ella.
-Otra
vez mamado -admitió él-. Yo no tengo vergüenza de tomarme una copa.
-¿Y
cuántas vergüenzas reservas para zamparte dos botellas?
-Tres.
-¿Tres?
¿Vergüenzas o botellas?
-Botellas.
-¿Hasta
cuándo pensás que voy a soportar este maldito tren de vida?
-Mi
amor, eso es asunto tuyo.
-Y vos,
¿no tenés conciencia?
-¿Querés
que te diga la verdad? Me tiene harto.
-¿No
tenés nada más que decirme?
-Cómo
no… Vos sabés que yo siempre cito a los clásicos. Por ejemplo, Cátulo Castillo
(música de Aníbal Troilo) que estampó Yo sé que te lastima / yo sé que te hace
daño / llorarte mi sermón de vino».para siempre estadelicia: «
-Es
cierto que me hace daño. No importa. Aquí te dejo, con esa veterana curda, que
ya forma parte de tu currículo. Se acabó. No te preocupes. Cuando vos y yo
seamos finaditos, sé que voy a encontrarte en algún boliche (cantina, para los
ilustrados) del paraíso.
FIN
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