En mi
ciudad adoptiva de Vancouver pocas palmeras pueden sobrevivir el clima frío
aunque esté algo templado (por una corriente cálida que proviene del Japón) en
comparación con el resto del Canadá.
Pero ir a
Buenos Aires en la primavera (nosotros fuimos algo temprano hace una semana) es
imposible no notar las palmeras de la ciudad a pesar de los brillantes azules
de las jacarandás en flor.
En mi niñez
teníamos dos enormes palmeras en el jardín en nuestra casa en Coghlan. Mi máma
en la noche con una vela y tijeras iba en busca de las babosas que comían las
plantas. Sin querer acercó la vela a una de las palmeras y se prendió fuego
instantáneamente. Los bomberos llegaron y pudieron apagar las flamas y salvar
la palmera.
Para mí
es interesante que Jorge Luís Borges en 1940 tradujo la novela de William
Faulkner, The Wild Palms (Las palmeras salvajes) del inglés al castellano.
La foto que
ilustra esta bitácora la tomé en Buenos Aires el 29 de septiembre de 2018 muy
cerca del zoológico y la antes jaula de los tigres, lugar favorito de Borges.